Volvemos al Parque Nacional de Sierra Nevada

El Diario del voluntario es el espacio en el que nuestros voluntarios y voluntarias de la Campaña de Voluntariado en Parques Nacionales dejan para el recuerdo un resumen de las actividades que se han realizado diariamente, con la bonita exclusividad de reflejar algunas de las emociones que les han acompañado en cada momento, además de las amistades que han hecho durante el voluntariado en el que han participado. 

En la primera campaña de 2023, hemos estado en el Parque Nacional de Sierra Nevada en el mes de junio. Aquí os contamos cómo ha sido...

Día 1 (16 de junio): Bienvenida 

El primer día del voluntariado ha sido muy ameno y ha pasado volando. Conocimos a los monitores, Jaime y Dani, junto al resto de los voluntarios: María, Pablo, Alba, Miriam, Dani y yo (Larisa), y fuimos directamente a Laujar de Andaráx, un pueblo de las alpujarras almerienses.  

Una vez establecidos, tuvimos una presentación acerca de ACA, del voluntariado y de los macroinvertebrados acuáticos, señalando los tipos más comunes que nos podíamos encontrar (plecópteros, efímeras, odonatos,…). Por la noche nos reunimos con Miguel, Dave y “Faluke” en el Puerto de la Ragua, uno de los puntos donde llevan a cabo muestreos de mariposas nocturnas.  

Nos enseñaron los tipos de trampas que utilizan y nos dieron mucha información acerca de cómo identificar las mariposas nocturnas. Algunas de las especies que pudimos observar fueron la Smerinthus ocellata y la Phragmatobia fuliginosa, comúnmente llamada “pechirroja”. Fue muy interesante aprender sobre su labor y la variedad inmensa de mariposas nocturnas que hay. En resumen, ha sido un ¡muy buen primer día!. 

 

Día 2 (17 de junio): Primeros muestreos  

Hoy toca despertarse temprano. Éramos seis personas para entrar al baño y teníamos que estar desayunando a las ocho y media. Difícil sí, pero no imposible para los voluntarios de ACA. Después de darnos los buenos días, con los ojos aún pegados, y de discutir el por qué echarle miel a la tortilla es una magnífica idea, tocó coger el coche para llegar al primer punto de muestreo.  

Con el dominio que Dani, uno de nuestros monitores, tiene de la conducción, llegamos muy pronto, con tiempo de sobra para hacer una breve visita a un espectacular complejo turístico a orillas del río. Aunque ahora no era más que un recuerdo en ruinas de lo que llegó a ser, seguía pareciendo impresionante.  

Con muchas ganas, las expectativas bien altas y después de unas lecciones sobre el material y la metodología a utilizar, empezamos a tomar mediciones, a restregar piedras y hacer "juegos" de química. Hicimos todos los registros necesarios y, con paciencia y dedicación, tratamos de limpiar la muestra de macroinvertebrados lo máximo posible. Fue un trabajo lento pero gratificante. Y pararse a mirar los insectos más peculiares, su morfología, y ver como interactuaban entre ellos, hacía que esta tarea fuera más que divertida.  

El primer muestreo se hizo rápido y sin problemas (aunque el tampón de la sonda Hannah... bueno, hubo que reponerlo...)  

Después de recoger unas cerezas para el almuerzo y recibir la visita de unas espectaculares "chupa leches", Iphiclides feisthamelii, (unas mariposas comunes por allí y que nuestros monitores conocían bien) tocó coger el coche de nuevo para llegar al segundo punto de muestreo. 

Después de un abundante picnic, aprovechamos el tiempo para disfrutar del paisaje y del resto de insectos que por allí encontrábamos, antes de comenzar de nuevo a muestrear.  

Muchos odonatos (conocidos comúnmente como libélulas), pocos nitratos en el agua y hasta alguna truchilla que se coló en la red del surber (el instrumento que utilizábamos para recoger las muestras de macroinvertebrados). Fue una tarde completita.  

Por la noche mosquitos, estos fueron los protagonistas (tres días después seguimos acordándonos de ellos, pero mereció la pena). Esa noche fuimos a tratar de ver camaleones en la costa de Almería y, con mucha suerte, conseguimos ver uno. Con delicadeza se agarraba a nuestros dedos, y con un espectacular cambio de colores, nos instaba a dejarlo de vuelta allí donde estaba. Así lo hicimos. 

Durante el camino, Camacho nos guió por la zona, aprovechando para explicarnos los proyectos de conservación que estaba poniendo en marcha.  

Para culminar el día, nuestro artista (Dani) nos dejó escuchar, a los que aún quedábamos despiertos en el coche, cuatro de sus canciones. Como no podía ser de otra manera, nos emocionó y dio paso a una conversación con un tono bastante trascendental. (Cuando te hagas famoso acuérdate de nosotros eh) 

 

Día 3 (18 de junio): El Acapeti 

Hoy no había tanta prisa, solo teníamos un muestreo que hacer. Después de desayunar, fuimos al segundo punto del Andarax. Algunas gotas de lluvia nos acompañaron durante los primeros momentos del muestreo, pero por suerte, el cielo pronto se despejó y como el resto de días, no supuso impedimento alguno para disfrutar de las actividades. Ya le habíamos pillado el tranquillo bastante bien. 

Aprovechamos para atraer la atención de unos cuantos paseantes, que nos preguntaban con curiosidad sobre nuestra tarea. Mientras explicábamos el fin del proyecto y de la asociación, también les enseñamos algunos de los detalles más curiosos que encontrábamos en los invertebrados de la muestra.  

Gracias a Larisa, nuestra "sevillana de Guadalajara", esta actividad de educación ambiental fue todo un éxito.  

Después de un largo viaje en coche, que amenizamos con buena música, llegamos al alojamiento en el que pasaríamos el resto de noches. Aprovechamos en la piscina lo que quedaba de tarde. Poder darse un baño con todo el paisaje de las Alpujarras granadinas de fondo fue un privilegio. Alba (la cordobesa) nos trajo un polluelo, que después de mucho esfuerzo, pudimos averiguar que era de petirrojo. Así que tocó cuidar del pequeño "Acapeti" y alimentarlo hasta el día siguiente. No siempre ponía mucho de su parte, pero estaba llenito de vida. El pajarillo acabo al cuidado de "Sara", promotora de un proyecto de recuperación de fauna silvestre de la zona y, bajo su cuidado, se recuperó rápidamente.  

Disfrutamos una buena cena entre conversaciones amenas, los platos estaban riquísimos, eran más que abundantes, y el postre, buah, era una pasada.  

Entre charlas, anécdotas que Jaime nos contaba y que nos provocaron más de una carcajada, e historias de todo tipo, llenamos el estómago.  

Salimos después a dar un paseo por Capileira y sus alrededores junto a nuestros monitores. La calma que reinaba en el pueblo por la noche, la temperatura, que era perfecta y los insectos que iban acompañándonos durante el camino, hicieron de este paseo una auténtica delicia. Tuvimos la suerte de ver un ejemplar de Empussa pennata (una especie de mantis muy peculiar) que atendía a todos nuestros movimientos y posaba amenazante para las fotos. 

Finalmente, y tras dar de comer nuevamente a nuestro "Acapeti", llegó la hora de dormir. 

 

Día 4 (19 de junio): Trevélez 

Tercer día de muestreo de macroinvertebrados acuáticos y análisis físico-químicos. Esta vez nos dirigimos al río Trevélez, pasando por el pueblo del mismo nombre y haciendo una mini ruta por la ladera de la montaña llena de insectos, barro y algún que otro caballo. 

En nuestro primer punto de muestreo encontramos un gran número de plecópteros de gran tamaño, así como tricópteros, pero nos sorprendió la casi ausencia de planarias. Los compañeros del muestreo (Alba, Pablo y Dani-monitor) nos sorprendieron gratamente cuando se acercaron con una culebra viperina (Natrix maura) que se habían encontrado en el río. 

Mientras, Dani y María –equipo caudal- se dedicaron a realizar las mediciones de velocidad, ph y temperatura del río. Al parecer, estuvieron más tiempo del necesario dentro del agua para averiguar algunos parámetros… pero el porqué de esto lo explicaré más adelante. Miriam y yo (Larisa) nos pusimos manos a la obra con el análisis físico-químico a la sombra de los chopos. Jaime iba de un lado para otro haciendo fotos, resolviendo dudas y ayudando allí dónde lo necesitaran. 

Regresamos al coche para recoger la comida y disfrutar de un bien merecido almuerzo. Los bocadillos eran enormes y, junto con el sonido del río, el sol y el vientecillo que corría, recuperamos fuerzas para hacer nuestro segundo punto de muestreo, al lado de donde nos encontrábamos. Allí, había una pareja bañándose, así que nos fuimos un poco más arriba para evitar la contaminación de las muestras.  

Una vez hecho el cambio de equipos, cada uno se puso manos a la obra con su tarea. Los Danis y yo nos encargamos del caudal, y bueno, Dani-monitor recordó que el líquido del tapón del aparato de medición del ph no se tiraba… admitiendo Dani que en el anterior punto de muestreo se les había olvidado quitar el tapón al tomar las mediciones. A nuestro monitor casi le da un infarto y empieza a reírse –quizás por no llorar, risa a la que se añade María, que estaba al lado haciendo el análisis físico-químico con Pablo. En fin, duda resuelta del por qué en el punto de muestreo TREV-2, el equipo de caudal se tiró tanto tiempo dentro del río tomando las mediciones. Cuando el equipo de macroinvertebrados regresó, nos pusimos a limpiar la muestra y una vez terminados, recogimos el campamento y regresamos a la furgoneta. Justo antes de irnos, se nos acercó el hombre que estaba bañándose porque tenía curiosidad de qué hacíamos allí y quiénes éramos, así que pudimos añadir un poco de educación ambiental al día. 

A la vuelta, decidimos parar en Pitres y hacer una pequeña rutilla ladera arriba. Encontramos piscinas llenas de renacuajos y alguna que otra libélula emperador, encinas, robles (Quercus robur y quizás algún que otro pyrenaica) y más cerezos llenos de picotas. Nos sentamos a tomarnos un refresco/cervecita en la plaza del pueblo, y después nos volvimos a Capileira. Cansados pero muy contentos, disfrutamos del ratillo de piscina y de la cena espectacular que nos ofrecieron. 

Por la noche realizamos otra de las rutas nocturnas para bajar la comida. Por la parte baja del pueblo recorrimos un sendero que nos llevó al Puente Abuchite, pudiendo realizar un transecto de grabación de ultrasonidos de quirópteros para identificar las especies que habitan la zona. Parándonos en cada insecto, como ya es costumbre, pudimos disfrutar de la buena temperatura que ofrece la noche y de las estrellas que se ven en la Alpujarra con un cielo despejado de nubes. 

En resumen, otro día espectacular acompañados por el buen tiempo, el buen humor y la buena comida. Así como moraleja de la historia… es importante quitar los tapones de los aparatos antes de tomar las mediciones. 

 

Día 5 (20 de junio): Pampaneira 

Último día de muestreos, con dos puntos en el tramo alto del Poqueira. Nos esperaba una buena caminata, con un desnivel bastante acentuado y el sol no nos daría mucha tregua durante la mañana.  

 Empezamos el día con un abundante desayuno, para coger fuerzas. Fruta, tostadas con mermeladas de los sabores más originales y un buen plato de huevos con bacon.  

Recogimos todo el material, cargamos la furgoneta y empezamos el camino hacia el segundo tramo del Poqueira. Comenzamos el camino desde la central de la Cebadilla, con una buena subida por la ladera de la montaña. Las mariposas que nos visitaban iban amenizando el camino. Desde arriba las vistas eran increíbles, no tenían precio. Y de ellas disfrutábamos al caminar el último tramo hasta la zona de muestreo.  

Aprovechamos para hacer una parada poco antes de llegar al río. Levantando piedra tras piedra, conseguimos encontrar más de una docena de alacranes, desde ejemplares pequeños hasta hembras cargadas de huevos, muchos hormigueros de Camponotus cruentatus (unas hormigas de gran tamaño y ferocidad) y hasta dos culebrillas ciegas, que hicieron las delicias tanto de los voluntarios como de los monitores.  

Al llegar al río, Dani comenzó el muestreo de macroinvertebrados aguas arriba, mientras Jaime nos orientaba de nuevo en el resto de mediciones que debíamos tomar. La fuerza y el caudal del río, que sorprendía hasta a los ya veteranos monitores, obligaba a atender a cada paso que dábamos dentro del río. Por supuesto, el muestreo se realizó sin incidentes, aunque hubo alguna pequeña confusión a la hora de medir el pH, que sorprendió a nuestros monitores y que dio después para más de una broma y unas cuantas risas. Afortunadamente pudimos subsanar el error sin problema.  

Tuvimos además la suerte de ver a una culebra viperina bastante grande, que se nos cruzó durante el muestreo.  

Al terminar la toma de datos, custodiamos nuestra muestra hasta el nuevo punto. Pero antes de calzarnos de nuevo las botas, y empezar a recoger la última muestra de macroinvertebrados, paramos a descansar a la sombra de la abandonada central de la Cebadilla. Dimos buena cuenta de los bocadillos que llevábamos y, con el estómago lleno, nos dirigimos, entre risas y el vuelo de las mariposas, hasta el tercer punto del río Poqueira.  

Esta vez teníamos poco que andar y en unos minutos ya estábamos listos para entrar en el río y comenzar con la recogida de datos. María (la madrileña) y yo (el sevillano) entramos en el río a muestrear con el surber. Jaime, saltando de piedra en piedra como una garza, nos siguió durante todo el recorrido, apuntando los datos que nosotros le indicábamos y tomando fotos y videos del momento.  

Esta última muestra la disfrutamos tanto o más que la primera. Fuimos retirando poco a poco los restos de hojas, los palitos y las piedras. Y con la arenilla en la mano, escudriñábamos todo el contenido de la muestra, separando los macroinvertebrados de todo aquello que sobraba.  

Con todos los datos tomados, y una muestra bien limpia, recogimos todo el material y volvimos al hotel.  

Nos pusimos guapos, que esa tarde tocaba visitar Pampaneira y cogimos el coche para llegar al pueblo. Allí visitamos todas las tiendas que pudimos y aprovechamos para llevarnos algunos regalos a casa: una fábrica de chocolate, con productos de lo más variados y apetecibles, una tienda de caramelos de todos los sabores, desde menta y nata, hasta jamón o queso curado, y una tienda de productos de la zona, donde aprovechamos para tomarnos algo fresquito.  

Allí sentados, después de visitar el pueblo, pasamos un buen rato. Charlando y riendo, contando historias y disfrutando de algunas tapas.  

Después al hotel, de nuevo, a disfrutar de una deliciosa y abundante cena antes de ir a descansar. Alargamos la sobremesa todo lo posible, con juegos de cartas y contando cuantos más cotilleos mejor (que a algunas les gustaban mucho) y finalmente nos acostamos.  

Un día completito donde los haya la verdad. 

 

Día 6 (21 de junio): El Abuelo 

Un imprevisto para acceder al primer punto del río Poqueira nos deja sin muestreos, por lo que tenemos que cambiar de planes para lo que queda de voluntariado. Sin problema alguno por parte de nuestros monitores, lo gestionan rápidamente y nos dirigimos a Güejar Sierra. Allí pasamos por la estación de tren que había sido abandonada y posteriormente  restaurada en un restaurante, donde tuvimos el primer acercamiento al río Genil, con intención de ver algún mirlo acuático, aunque sin conseguirlo. 

Para continuar con las actividades del día, avanzamos con la furgoneta hasta la siguiente parada, en el mismo pueblo, dando inicio a la ruta de la Vereda de la Estrella. Durante este trayecto tuvimos oportunidad de utilizar los prismáticos en varias ocasiones para observar diversas especies de pájaros tales como la oropéndola o algún que otro petirrojo. Además, también tuvimos la oportunidad de presenciar un encontronazo entre un lagarto bético y una culebra de escalera (que no tuvo reparo en morder a Dani, uno de los voluntarios) así como varios escarabajos peloteros y muchas mariposas. También resaltar al “abuelo”, un castaño centenario nombrado así por su gran longevidad y tamaño, que  es una parada imprescindible en esta ruta. Debido a que teníamos más actividades por la tarde, no pudimos completar el trayecto, dándonos la vuelta tras la comida.  

La siguiente actividad tenía lugar en Lanjarón, donde nos esperaba Sara con todos los materiales necesarios para hacer cajas nido de cernícalo. Nos dividimos en dos grupos, y conseguimos hacer hasta tres cajas, cada una a su manera. Mientras tanto, pudimos hablar con Sara, que nos contó sobre su proyecto en marcha para el nuevo centro de recuperación de especies propias de la zona. Tras acabar la actividad, nos dirigimos de vuelta al hotel y finalizamos el día con una intensa sección de cartas y reflexiones entre algunos los voluntarios.  

A pesar de los imprevistos surgidos inicialmente, fue un gran día aprovechado al máximo. 

 

Día 7 (22 de junio): Jardín botánico 

El último día de actividades parece que será intenso, lo iniciamos realizando una visita al Centro de Visitantes El Dornajo donde pudimos observar una maqueta al completo de Sierra Nevada y una exposición explicando la historia y origen de la ruta del antiguo tranvía. 

Tras esto fuimos al jardín botánico Hoya de Pedraza, lugar espectacular en el que se puede conocer de forma concentrada la flora más emblemática de todo el parque nacional, pasando por ecosistemas calizos, silíceos, de alta montaña o pinares de las épocas de aprovechamiento forestal. El jardín fue el lugar de prácticas de Pablo, uno de los voluntarios, por lo que no pudimos contar con mejor guía para la ocasión y fue emotivo ver el cariño con el que sus antiguos compañeros le saludaron al reencontrarse.  

Las lluvias de las semanas anteriores al campo y el buen tiempo que tuvimos, fue la mezcla perfecta para ver el jardín botánico en todo su esplendor. La gran variedad de flores y ecosistemas genera un punto perfecto para la observación de insectos y aves. Algunas de las especies que más nos llamaron la atención fueron un par de libeloides (Libelloides baeticus y L. longicornis), la mariposa pandora (Argynnis pandora) que posó incansable ante la cámara o la araña napoleón (Synema globosum), que tuvimos la suerte de ver cazando a una abeja. 

Tras esto fuimos a recargar energías al albergue universitario, ya que después de la comida subiríamos al Veleta desde su base, admirando las impresionantes vistas que ofrece la ruta, acompañados de cabras monteses y flores de las nieves, para terminar así el último día de actividades del voluntariado. 

 

Día 8 (23 de junio): Final 

Último día del campo de voluntariado, recogemos nuestros equipajes y realizamos el “tetris” del maletero para que quepa todo el material y maletas. 

Es un día triste porque nos separamos, pero nos levantamos pronto para poder aprovechar la mañana. Pasamos de nuevo por Pampaneira, teníamos compras pendientes y no queríamos irnos sin ellas. Tras esto realizamos una parada exprés a Soportújar, pueblo de brujas y curioso cuanto menos.  

Y de esta manera nos acercamos poco a poco a Granada, destino final donde todos nos despedimos entre emotivas palabras, asegurando que no será la última vez que nos veamos y terminando este campo de voluntariado, tan intenso y bonito. 

 

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